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viernes, 19 de junio de 2009

Apocalipsis del fútbol

Cuántas veces habrá escuchado el posible final del fútbol. Cuántas veces habrá escuchado o leído que los violentos, los violentos jugadores de fútbol, serán quienes terminen con el fútbol, paradoja ciertamente asombrosa. Cuántas veces habrá escuchado aquello de que se debe proteger a los habilidosos porque si no lo hacen pronto desaparecerá el fútbol.

El propio Efraín Sotelo está de acuerdo con esta sentencia y lo ha manifestado de esa manera en incontables oportunidades.



Como simple observador del juego, admiro a los talentosos y no disfruto de los golpes. Tampoco creo en que se deba proteger a los habilidosos de alguna manera en particular, la sola ejecución correcta del reglamento bastará no sólo para proteger a los talentosos y ágiles delanteros, sino también a cualquier otro jugador, arquero o defensor, mediocampista picapedrero o ingenioso. Es imprescindible que el árbitro desarrolle su tarea correctamente y que los jugadores no golpeen arteramente a sus colegas.

Juan Crisantemo, representante de los árbitros y árbitro él mismo, ha participado del programa radial que ha inaugurado con mucho suceso el magnífico Efraín Sotelo. “Otra vuelta de tuerca” es el nombre de dicho programa, y no se piense en Henry James como musa inspiradora sino en el taller “La Tuerca” que es el principal auspiciante. El diálogo fue extenso y se llevó casi por completo las dos horas de duración que tiene el programa. A continuación expondré algunos fragmentos de la entrevista inaugural del ciclo:

“-Buenos días a toda la audiencia de radio La Mosca, sean bienvenidos a “Otra vuelta de tuerca”, el programa deportivo auspiciado por…-
-Taller “La Tuerca”, donde le arreglan todo y cuánto le pueden cobrar…-
-Atendido por sus dueños Luis Madero y Blas Mejía, los mejores mecánicos de la zona.-
-Taller “La Tuerca”, traiga su cacharro y llévese un avión.-
-Agradecemos tanto a Luis como a Blas por la confianza depositada en nosotros. Vamos a comenzar el día con un llamado telefónico, una entrevista al representante del referato local; Juan Crisantemo, buenos días.-
-Buen día, Sotelo.-
-¿Cómo anda todo por su chacra, don Juan?-
-Bastante bien, bastante bien.-
-Quisiera comenzar preguntándole por las medidas que ha tomado el Consejo de Reglamentación y afines en cuanto a leyes y sanciones disciplinarias.-
-Tanto el Consejo como la entidad que represento coincidimos en que no hay nada que modificar, las reglas son claras y el nivel del arbitraje es bueno.-
-No piensa que mientras el mundo habilita la posibilidad de efectuar tres cambios, en nuestra liga todavía se permiten dos y diría que el segundo cambio está condicionado. ¿Qué reflexión le merece esta regla?-
-Cuando jugamos en el potrero, Sotelo, directamente no hay cambios. Un cambio estaría bien, un imprevisto siempre puede suceder; dos ya es suficiente y tres una exageración, salvo un terremoto o que un rayo parta al medio una cancha, el tercer cambio es injustificado.-
-Me parece que con esta opinión usted se está metiendo en un terreno que no le corresponde al arbitraje.-
-¿Qué quiere decir, Sotelo?-
-Señor Crisantemo, recién argumento que los cambios deben producirse por imprevistos, entendiendo por estos a golpes, torceduras o malestar estomacal. Pero los cambios son efectuados por los entrenadores, quienes pueden decidir un cambio de orden táctico, y ahí no habría imprevistos.-
-En todo caso el imprevisto sería que el titular juegue peor que el suplente. Si ese entrenador tiene dos dedos de frente, pone de titular al mejorcito, sino es un infeliz.-
-Pero con esas ideas el tercer cambio es muy necesario. Un cambio podría ser por lesión, asegurado por ley, y los otros dos podrían utilizarse por lesiones o para cambiar tácticamente el desarrollo de un partido.-
-Si el entrenador necesita meter dos suplentes para cambiar eso que usted dice, no sabe nada de su trabajo. Que haga un buen planteo antes de empezar el partido, sino es un inepto y no debemos premiar la ineptitud con reglas que le permitan cambiar medio equipo, esto no es básquetbol, Sotelo.-”

Sotelo había quedado con la sangre en el ojo después de haberse infiltrado en la reunión del Consejo. No dejaría que Juan Crisantemo evitara hablar respecto de la disciplina dentro y fuera del campo de juego. Sintió que era el momento de arremeter contra el juez.

“-Permítame consultarle respecto a la utilización de las tarjetas. Mi opinión, basada en tantos años y tantos partidos que he podido ver, es que no se utilizan como corresponde.-
-Nuestros árbitros están debidamente capacitados para el uso de las tarjetas. En el curso de ingreso se les explica el modo correcto de exhibir las tarjetas: brazo extendido como queriendo rascar una nube, actitud enérgica, pose de estatua y con el cuidado de no tirar la cabeza hacia atrás en demasía, lo que podría quitarles la autoridad por completo.-
-No me refería a eso, señor Crisantemo. Quería decir que las tarjetas deben estar todavía en la cajita original donde las compran porque la última vez que vi una tarjeta amarilla la encontré en el vestuario del árbitro.-
-Tampoco exagere, Sotelo.-
-Le estoy diciendo la verdad. El año pasado usted mismo dirigió el nuevo clásico de la zona, entre Los Chacareros de Terracota contra el Atlético Achicoria, y debió haber expulsado un par de jugadores por equipo. Sin embargo no sacó ni una amarilla.-
-Eso lo puedo explicar fácilmente, Sotelo. Ese día me olvidé las tarjetas en mi casa. No iba a suspender o retrasar el partido por dos tarjetitas de plástico. Mis jueces de línea tampoco trajeron el juego que siempre sugerimos lleven para casos de emergencia y era un clásico, había que jugarlo.-
-Entonces el sombra Gutiérrez jugó de regalo cincuenta minutos y los próximos partidos porque a usted se le olvidaron las tarjetas; podría haber elevado un informe para que luego lo suspendieran.-
-Fue un olvido, Sotelo, o usted no se olvida nunca de nada. Además el partido era aburridísimo hasta que Gutiérrez clavó un zapatazo en el ángulo, diga la verdad.-
-Pero eso es una injusticia, Crisantemo.-
-Injusticia es que el arquero de los Chacareros sea tan flaco, necesita un par de kilos más para tener fuerza y volar a los ángulos.-
-Ese gol lo convirtió un jugador que debió ser expulsado y en cambio fue premiado con su olvido y su actitud de continuar el juego pese a no contar con los elementos necesarios.-
-Los elementos necesarios son la pelota, los arcos y la muchachada. Nadie se hace problema por dos tarjetas de colores. Usted me recuerda a nuestros indios, que fueron conquistados con espejitos…-
-En primer lugar, no tengo problemas en la comparación con los indígenas. En segundo lugar, siendo usted la autoridad máxima durante la disputa de un partido, es inaceptable que concurra a un estadio sin las herramientas necesarias para desarrollar su trabajo.-
-Mire, Sotelo, usted debe estar en calzoncillos y eso no le impide en absoluto ejercer su función de periodista deportivo.-”

Llegado este punto la conversación había cambiado su rumbo, enfilando directo para el lado de los tomates. La máxima autoridad del referato estaba justificando la inacción del Consejo de Reglamentación y afines, promoviendo la violencia en el fútbol como argumento de intimidación y la desprotección de aquellos que se piensan protegidos por el sistema. La parte final de la entrevista fue la siguiente:

“-Teniendo en cuenta que es partidario de los partidos sin tarjetas y de que no haya cambios, podría decirme cómo plantea defender a los habilidosos, quienes justamente son quienes reciben los golpes que usted decide no castigar y a quienes deben reemplazar los entrenadores ineptos que usted desprecia.-
-Tampoco se ponga en defensor de pobres, Sotelo.-
-Le pregunto respecto a quienes muchas veces son la razón por la que pagamos la entrada.-
-Lo primero que le voy a decir es que habilidoso es cualquiera, el defensor más picapedrero que usted conozca alguna vez tiró un caño con éxito. En ese caso habría que defenderlos a todos, y eso es lo que hacemos, sin distinción.-
-Usted me remarca una excepción, Crisantemo, lo que ocurre frecuentemente es que el jugador con fantasía es un mediocampista ofensivo o un delantero, a quienes sus talentosos defensores golpean con furia.-
-Si algún chico se manda alguna macana, es obvio que lo van a golpear. Esos habilidosos, que usted defiende, algo habrán hecho para que los golpeen.-
-Si, una jugada vistosa, un caño, un sombrero. Habrán hecho levantar de su asiento a más de uno, gritar un gol, llorar de emoción, deleitarse con una gran pegada.-
-Exacto, una gran pegada suele ser bienvenida con un estruendoso rugido de la tribuna.-
-No confunda los tantos, estoy hablando de un remate al arco, de un golazo.-
-Yo hablo del deporte más popular, Sotelo, y en ese deporte de hombres las patadas pueden levantar el ánimo del equipo que está siendo goleado. Usted se va siempre con los ganadores, los goleadores. Yo le pregunto si piensa alguna vez en el defensor desairado, en el arquero que tiene la canasta llena. Usted pretende hacer un Apocalipsis porque un jugador no hace una jugada linda, piense cuántos Apocalipsis de jugadores duros y rudimentarios le han pasado por delante de su nariz.-”

En ese momento se cortó el llamado y entró al aire el noticiero de la radio, informando sobre un incendio en la casa de don Torcuato Bancalari, intendente de nuestro pueblo.

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